Mi amor, falta ace y jabón de fregar
Al inicio de una relación amorosa se disparan en nuestro cerebro multiples químicos que dan lugar al deseo, pasión, ilusión, obsesión, nerviosismo que podemos sentir en la fase de enamoramiento. Cuando esta etapa comienza a difuminarse, la pareja decide si afianza el compromiso abrazando los valores y creencias en común para un mismo objetivo o separarse.
Cuando se logra el compromiso y pasa el tiempo en la relación, durante la convivencia o con la llegada de los hijos , existe una tendencia a relajarnos y dar por sentado que la relación durará para siempre. Nos acomodamos y dejamos de cuidarnos a nosotros mismos y a la relación.
Prestamos mas atención a la paternidad, a la casa, al trabajo, y a otros factores externos. Es cuando las conversaciones se tornan monótonas sobre problemas de la casa o de los hijos, que si falta pan, que si hay una filtración, que si los hijos no obedecen, que por qué llegaste tan tarde. Los niveles de cansancio y estrés pueden generar facilidad para el conflicto. Es cuando las obligaciones nos consumen la energía de dedicarnos tiempo a nosotros mismos y por supuesto a nuestra pareja.
Dejamos de hacer lo que hacíamos al inicio de la relación. Dedicarnos tiempo, dialogar, seguir conociéndonos, salir a pasear a solas, tambien con amigos. Asi pasan los días, meses, años y se generan vacíos. De repente eso que dejamos de sentir hacia nuestra pareja podríamos comenzarlo a sentir hacia otra persona y vuelven los químicos del cerebro a dispararse. Pero, si valoras la relación que creaste y quisieras intentar evitar que esto suceda, trata de continuar la reconquista a pesar de los años que tengan. Y bueno, si a pesar de dedicarse tiempo individual y a la relación diariamente, se sienten diferentes, es momento de hablarlo con la pareja y asistir a terapia.
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