Supervivencia y éxito después de la crisis
A propósito de tiempos difíciles, como padres y seres humanos nos preguntamos cómo enfrentar los tiempos con el mínimo daño posible a nuestra salud mental y como fomentar en nuestros hijos recursos y estrategias de afrontamiento que les permitan seguir adelante; dicho en pocas palabras criar “un hijo fuerte y todo terreno” que supere tiempos malos. Es justo por eso la necesidad de hablar de resiliencia y de aquellas cosas que podemos tener en cuenta para cultivarla.
Es bueno aclarar que la resiliencia no garantiza llegar a ser los mejores, pero sí la supervivencia en tiempos difíciles, y la confianza para poder rehacerse y salir adelante. Pero, ¿cómo se define la resiliencia? La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan tener una vida “sana” en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, generando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural; es decir, las cualidades con las que nace, más lo que podemos hacer para favorecerla y construirla en nuestros hijos.
A continuación, les comparto los puntos claves para desarrollar una buena resiliencia:
- Enseñarles a percibir los problemas y adversidades como retos.
- Permitirles ser independientes. Hacerles las cosas a los hijos, o ayudarles en cada momento, hará que no adquieran habilidades necesarias para su futuro; eso se define como sobreprotección, la cual resulta contraproducente a la hora de fomentar adecuada independencia y sólida autoestima.
- Ayudarles a entender que los cambios son parte de la vida, aunque pueden llegar a ser complicados, provocar incertidumbre, miedos, son sentimientos esperados. Enseñarles a que es de humanos sentirse así y acompañarlos para que entiendan que es solo un periodo de transición que conforma la vida y hay que procurar adaptarse.
- Darles oportunidades sociales para que hagan nuevas amistades. El que tengan mayor facilidad para hacer o conservar amigos les facilitará que en el futuro tengan una buena red social, se sientan integrados y amparados por la misma, y esto les ayude a superar los problemas.
- Enseñarles que el fracaso “no es el final”, sino que les hace aprender. Mostrarles con el ejemplo a seguir animándonos e intentarlo nuevamente hasta lograrlo en lugar de evitar el reto. Por ejemplo, si se muestra desanimado por no haber anotado un gol en el partido, comprender su decepción y motivarlo con frases como: “Tal vez si ayudaste a que otros anotaran. Seguro aprendiste algo para anotar en la próxima, ¡ánimo!”. Si no le fue bien en las calificaciones: “Es una oportunidad para que sepamos en que hay que trabajar más y cómo podemos ayudarte, aunque tengas que esforzarte un poco más”
- Cuando hay una pérdida de un ser querido, no hay que evitar que atraviese el duelo, deben enfrentarlo, la muerte es parte de la vida.
- Cuesta a veces, pero hay que seguir intentando enseñar a los pequeños a tener rutinas y a ser ordenad en todos los aspectos de su vida (horario, habitación, tareas escolares…) les ayudará bastante a tener una buena capacidad de resolución de problemas, y, por tanto, a desarrollar una buena resiliencia.
- Ayudarles a que se conozcan a sí mismos, que conozcan sus puntos fuertes, capacidades, debilidades; esto ayudará a que desarrollen una buena autoconfianza. Como padres debemos ser flexibles y no pretender crear científicos de la Nasa, no porque minimicemos su capacidad, al contrario, porque hemos evolucionado y reconocemos que en la diversidad también hay ciencia, dinamismo y arte. Ejemplo: “No soy bueno en matemáticas” “Pero fíjate en tu buena coordinación en los deportes o en lo bien que cantas.
- Ayudarles a desarrollar un buen control de sus emociones, a expresarlas cuando lo necesiten, a compartirlas con su red social y con nosotros; a saber, identificarlas en los demás y a no reprimirlas, siempre teniendo en cuenta la situación social y el momento en el que se encuentre. Es buena idea validar el sentimiento sin justificar las malas acciones con frases como: “Entiendo que te sientas mal, triste o enojado, lo que no voy a tolerar es el irrespeto, malas palabras y agresividad hacia otros, tal vez debas tomarte unos minutos y luego hablamos”
- Tener en cuenta que somos el ejemplo más tangible que tienen nuestros hijos y que como solucionen sus problemas será en gran parte una conducta aprendida de como solucionamos los nuestros. Es bueno que mantengamos una actitud positiva frente a los problemas, y hacerles ver que después de estos se continúa viviendo, “no se acaba todo”.
Dra. Ana Yris Silvestre
Psiquiatra infanto juvenil
Centro Vida y Familia Ana Simó
Imagen tomada de: www.infobae.com