¿Papá, mamá, a dónde vamos?
En la actualidad vemos que a nivel mundial, va en aumento las familias que buscan nuevos horizontes tras mejores oportunidades económicas, o porque necesitan vivir en paz lejos de los conflictos políticos y sociales.
Tomar la decisión de salir de su comodidad, vivir lejos de sus seres queridos, dejar atrás todo lo que signifique sus raices, siempre es muy difícil y más cuando nos movemos con la familia.
Cualquier migración ya sea de ciudad, país o continente implica grandes alteraciones en el sistema familiar, para cada uno de sus miembros y sobretodo en los niños y adolescentes, que no comprenden lo que está pasando y pueden enfocarse más en lo que están perdiendo que de los beneficios que podrían tener en el futuro.
¿Que cosas debemos evitar para no crear más incertidumbre y angustia en el proceso en los hijos?
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- Decirle que sólo serán unas vacaciones
- No darle oportunidad de despedirse de sus amigos y seres queridos
- Evitar hablar de las emociones y sentimientos de este cambio
- Minimizar los retos que pueden enfrentar dándole esperanzas que volverán pronto
- Hablar mentiras
- Cortar la comunicación frente a la curiosidad
- Mostrar preocupación por la decisión
- No escuchar con calma y empatía
- Restarle importancia a sus inquietudes
Cuando nos enfrentamos a este proyecto de nueva vida familiar es importante que se converse y se hable abiertamente de las posibles repercusiones psicológicas, sociales, culturales y económicas que podrían afrontar.
Las reacciones e intensidad que pueden experimentar va a depender de la edad, resaltando que sólo el hecho de modificar la rutina se manifiestan problemas de sueño, de alimentación, entre otros:
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- Nivel emocional: Sentimientos de abandono, miedo frente a lo desconocido, llanto, hiperactividad, enojo, estrés, incapacidad de reconocer las emociones, reacciones somáticas tales como mareos, dolores estomacales y musculares, dolor de cabeza).
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- Nivel conductual: Conductas desafiantes y desadaptativas, en los niños pequeños pueden presentar regresiones de conductas logradas (mojar la ropa, chuparse los dedos, descontrol de estínferes), desobediencia y rabietas.
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- Nivel cognitivo: Confusión, desorientación, dificultad de aprendizaje (especialmente cuando incluye el reto de un nuevo idioma), falta de atención y concentración, incapacidad de organizar las tareas, poca motivación para los estudios.
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- Nivel social: Aislamiento, poca integración con los nuevos amigos, miedo a la exclusión de grupo, marginación, inadaptación a la nueva cultura.
Si estás atravesando por este proceso, algunas recomendaciones a implementar son estrechar los vínculos afectivos, aumentar la comunicación, implementar rutinas, proporcionar seguridad y protección, realizar actividades recreativas que fomenten y propicien una buena integración a la nueva cultura, mantenerse conectados con sus raíces, normalizar las emociones que están viviendo, darse tiempo para la adaptación recordando que todos pueden ir a diferentes ritmos.
En caso de que te des cuenta que no puedes manejar la situación con tu familia, busca ayuda de un profesional de la salud. El duelo migratorio es la dualidad de tener el corazón en nuestro país de origen y al mismo tiempo en la esperanza de ese mejor bienestar soñado.
Rosa Hernández
Psicóloga Clínica
Centro Vida y Familia Ana Simó
Imagen tomada de: eldiariony.com