Reflexión sobre el papel que desempeña la víctima y el agresor en la permanencia cíclica de la violencia de género
Hoy en día estamos muy expuestos a situaciones de violencia, donde ya no es sorpresa escuchar una tragedia. Vivimos en un tiempo donde podemos ver perfectamente el ciclo repetitivo del agresor y víctima. Cuando hablamos de ciclo, hablamos de fases que cumplen un orden, que la mayoría de los casos cumple con factores, tiempo y secuencia. Y este ciclo se tiene que cumplir para que se dé X acontecimiento, porque esas fases son lo que le dan sentido a que ese fenómeno esté ocurriendo. La violencia género hace referencia a un maltratador hombre hacia una figura femenina, donde esta se ve afectada emocional, psicológica, daños físicos, abuso sexual, entre otros tipos de agresiones.
Entonces, uniendo ambas ideas de ciclo y violencia de género se comprende que hay una lógica del porque la permanencia cíclica continua. Después que ocurre la primera fase, por ejemplo, un insulto, luego la segunda y así secuencialmente, la circunstancia entre agresor-victima tiene un sentido y salir de esa “rutina” no es ni siquiera una opción porque no existe; porque no conocen otra forma. Se vuelve un estilo de vida que tiene sentido en su cotidianidad.
Y cuando escuchamos este tipo de casos, lo primero que llega a nuestras mentes es, ¿Cómo es que la mujer se deja? ¿Por qué ella no pide ayuda? Entonces la respuesta breve y básica, desde mi punto de vista es simple: son dos personas con una necesidad no atendida que encontraron en el otro quien la compensara disfuncionalmente.
Entre las características que podemos destacar de un maltratador está el abuso de poder, la falta de control emocional, impulsividad, manipulación, inestabilidad, dominancia y dependencia, entre otros. Por otro lado, el perfil de la víctima se podría simplificar en dos palabras: debilidad y vulnerabilidad. Entonces, viéndolo desde un aspecto general, vemos un personaje que cumple un papel que tiene total control de violencia y el dominio (hombre) sobre el otro, donde el secundario (mujer) no encuentra una escapatoria por la falta recursos emocionales, financieros, red apoyo, entre otros.
La permanencia cíclica se va a cumplir siempre y cuando ambas partes tengan el déficit “correcto” dentro de sus recursos para darle sentido a la violencia. Este tipo de agresión es minimizada por la fuerza que egrese el hombre al aterrorizar a la mujer, sin dejarle ver la luz al final del túnel; ya sea por ignorancia o comodidad. Como sociedad es nuestra responsabilidad educar personas con inteligencia emocional, herramientas de afrontamientos y espacios de apoyo para notar a largo plazo una reducción en estos casos.
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