Los enemigos del amor

Los enemigos del amor

A la mayoría de las personas que vamos a realizar compras al supermercado, se nos hace fácil la costumbre de elaborar una lista con los productos que vamos a adquirir; en ella incluimos desde lo más necesario o imprescindible,  hasta aquello que aunque nos hace falta, puede esperar para una próxima oportunidad. Algunos también anotamos “los gusticos” o para llamarlos de otro modo “esos lujos” que nos damos de vez en cuando. Luego de llegar al sitio y hacer el recorrido, empezamos a echar en el carrito de las compras tanto lo que era prioritario como aquello que no sólo no necesitábamos y ni siquiera era para complacer sanamente “algún caprichito”, sino que  por el contrario, cargamos  con algunos productos que pueden ser dañinos para nuestra salud.

Algo similar nos ocurre cuando se trata de relacionarnos con otras personas, y  específicamente cuando el sentimiento del amor está  involucrado en la relación, el cual  puede ser desde el amor del padre y de la madre hacia sus hijos y viceversa, el amor entre hermanos o entre otros miembros de la familia. Siendo el caso particular el del amor de pareja, al cual me estaré refiriendo en esta oportunidad, y en el que se agregan algunos aspectos muy peculiares. 

Dentro de todo lo bello que pueda representar ese amor de dos seres que decidieron entregarse el uno al otro, para vivir a plenitud ese sueño de estar juntos por tiempo indefinido, existen también esos “elementos nocivos” que van más allá de lo necesario para ser feliz en ese vínculo afectivo. Además de que,  los llamados “caprichitos” podrían llegar a formar parte de una lista interminable de cosas que van a ocasionar fricciones en la relación y que  le pudiéramos dar el nombre de “los enemigos del amor”.

Claro que no siempre esos intrusos que interfieren u obstaculizan una sana relación se pueden identificar de una manera tan evidente. Es así como “los celos”, “la desconfianza “, “la inseguridad “, “el maltrato “, “la infidelidad “, “la intromisión de familiares o amigos “, entre otros, engrosan la lista de aspectos negativos que cada miembro de la pareja puede identificar de manera consciente,  y se convierten en motivo frecuente de consulta al terapeuta.

Por otra parte, hablemos de esos “caprichitos” o tal vez aquellos “gusticos” que no son fácilmente reconocibles y que  pueden lacerar la armonía que un día ambos se propusieron conservar. Y no se trata de que en el legítimo derecho que cada uno tiene de mantener su individualidad, se dé por sentado que el otro no tenga igualdad de oportunidad para el disfrute propio, sin que eso represente el descuido o abandono de su rol de pareja. Tan peligrosos pueden llegar a ser esos ademanes individualistas persistentes, como lo que pudiéramos etiquetar de “enemigos ocultos” o que pasan desapercibidos por un tiempo y se disfrazan con cualquier nombre, pero que son como fantasmas que aunque invisibles van haciendo mella en la relación y crean un ambiente de tensión, de insatisfacción y de incertidumbre, pues los que lo padecen no logran encontrar salida a esa situación que los atrapa y que  muchas veces los deja paralizados para tomar una decisión o realizar algún tipo de acción concreta.

Es así como “el sarcasmo”, “los olvidos”, “el posponer cosas o eventos” “el sustituir actividades”, “el cabalgar horarios”, “la monotonía”, “los largos silencios”,  y “las suposiciones”, entre otros, se convierten en parte de lo que tal vez no sea fácilmente identificado o que de ser así, no se le preste la debida atención, o se le justifique en un afán por retener al que contribuyó a prolongar ese círculo vicioso, sin siquiera darle la importancia de que estos elementos también van causando la fricción continua que podría romper con esa idea idílica de la relación de pareja.

Pero no podemos terminar este artículo de una manera desalentadora, con respecto a esos enemigos que tiene el amor, ni es nuestra misión hacer que la gente desista de querer unirse para compartir todo lo bueno que hay en él; más bien intentamos alertarlos para que  puedan identificar a tiempo a esos maleantes y de algún modo aprender a combatirlos, sabiendo de antemano que los  aliados para que ese sentimiento universal que a todos nos causa gran emoción, son cada vez mayores y  son los que garantizan el bienestar de cualquier ser que en algún momento decida compartir su felicidad con otro…Y si las cosas se les ponen un poco más difíciles recuerden que  aquí estamos los terapeutas, para darles ese empujoncito que necesiten en cualquier etapa de sus vidas…

Dra. Mirta Castillo 

Psiquiatra -Terapeuta Sexual 

Centro Vida y Familia Ana Simó

Imagen tomada de: http://psicologopersonal.com