¿Cuando la tecnología pasa de ser una herramienta a un riesgo en los adolescentes?

¿Cuando la tecnología pasa de ser una herramienta a un riesgo en los adolescentes?

La tecnología es uno de los desafíos que hemos tenido que enfrentar los seres humanos en esta era digital, donde hay mayor conectividad, sin embargo, existe mayor tendencia al aislamiento y a riesgos que antes no estaban identificados. La población menor de 18 años no se imagina una vida sin internet, ya que nacieron y están creciendo en un mundo donde no hay distancias, la búsqueda y la obtención de la información es instantánea y la comunicación con el “otro” es un mensaje o un botón para una llamada a cualquier hora y lugar.

Muchas son las ventajas que ofrece la tecnología, actualmente con el cierre de los colegios por el coronavirus ha sido la herramienta número uno para dar continuidad al proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes y poder salvar el año escolar. También abre canales de conocimiento, mejora los procesos formativos, es un nuevo agente de sociabilización, permite la conexión social, acerca a los que están lejos, facilita alternativas para aprender cosas nuevas y provee medios para actividades de ocio (películas, juegos, visitas virtuales a museos, lugares, asistencia a conciertos virtuales) y la lista puede ser interminable.

Cada día por un tema de seguridad personal, los padres facilitan a sus hijos celulares para que se mantengan comunicados y ubicados en tiempo real y frente a un evento inesperado puedan evitarse angustia y desesperación. No obstante, frecuentemente puedes ver jóvenes de 13, 14 y 15 años con teléfonos inteligentes que son prácticamente minis laptops, con la libertad de buscar y encontrar información no apta para su edad.

Posiblemente ellos no estén buscando información perjudicial, sin embargo, los anuncios o personas malintencionadas buscan este target para hacer daños. De manera que es importante conocer cuáles son los riesgos asociados con el uso y acceso ilimitado a la gran red mundial.

Cuando un adolescente utiliza aparatos electrónicos con alta frecuencia y por largas horas puede tender a abandonar otras actividades y responsabilidades importantes, podría distorsionar su realidad por lo que percibe del mundo virtual, propicia problemas de salud como es el sedentarismo y sobrepeso, predispone a la reducción de ciertas capacidades intelectuales como son la capacidad de reflexión, de concentración, de análisis y a largo plazo caer en una dependencia o adicción. Otro riesgo es el acceso a contenido inadecuado como son la pornografía, a hábitos no saludables como son los trastornos alimentarios, vigorexia (adicción al ejercicio físico), distorsión de la imagen, contenidos violentos, etcétera. Entre los riesgos relacionados con la conducta, podemos mencionar los retos virales que se han puesto muy de moda por las redes sociales, incitación al consumo de sustancias, alcohol, cigarrillos, conocer y establecer relaciones con desconocidos, exposición al ciberacoso, el sexting, el grooming, a juegos y compras compulsivas, entre muchas otras más.

Ahora bien, ¿Cómo podemos ayudarlos?

Lo primero es supervisar cuál es el uso que ellos le están dando a la tecnología, si es como una herramienta o como un objeto de distracción y dependencia. Conversar y concientizar sobre los riesgos mencionados y aclararle sus dudas. Reorganice las rutinas, estableciendo un horario para las responsabilidades y para el ocio, equilibrando los tiempos.

Fomentar y proveer actividades recreativas basadas en experiencias, de manera tal que ayuden a desenfocar a su hijo al uso intensivo de los aparatos electrónicos. Observar si ha habido cambios conductuales drásticos en sus hábitos de vida, con la finalidad de tener más tiempo para estar conectado. Si esto es así, es una se señal de alerta, para la cual es importante buscar ayuda de un profesional de la salud.

Finalmente, recuerde que los padres modelan las conductas a través del ejemplo, por tanto, evalúese cuál es el uso y el tiempo que está dedicando a estar conectado en la red.

Escrito por:
Rosa Hernández
Psicóloga Clínica
@psi_rosahernandez

Imagen tomada de: www.telam.com.ar