Mi peor es nada

peor es nada

Mi peor es nada

“Mi peor es nada doctora” parece un juego o una expresión sin importancia, sin embargo, es lo que comentan algunas personas que no resisten estar solas, es decir, sin pareja, cuando se les pregunta sobre el tipo de relación actual.

Estas personas simplemente entran en una relación de pareja con alguien que ni siquiera les gusta, solo con el afán de “chatear” con alguien para no sentirse solos, eligen a estos enamorados/as porque es alguien que de manera frecuente les hace algún halago o que de manera muy directa les hablaban de su intención de ser parejas, pero lo cierto es que solo encontraron espacio cuando a quien enamoraban se sintió solo/a.

Las personas que no saben estar consigo mismas, de manera frecuente buscan sentirse validados por otros, por eso, cuando la relación de pareja termina y no desean vivir el proceso de duelo, de manera rápida e impulsiva toman a ese o esa que está en el “banco de reserva” para entretenerse en lo que llega la persona que ellos o ellas desean, la relación se basa entonces en que este “mi peor es nada” se vuelve una fuente de halagos y atención porque al lograr estar con la persona “soñada” busca de manera desesperada siempre ser elegidos.

Este tipo de relación se vuelve muy  drenante puesto que se basa en una línea de una sola vía, donde no existe la reciprocidad sino la manipulación de que “me debes cumplir porque de entre tantos te escogí a ti” y como la baja autoestima es un factor principal en las personas que se conforman con ser el “entretenimiento” del otro, terminan cumpliendo con los deseos de la pareja.

La carencia de amor propio, respeto y dignidad son elementos comunes en ambos miembros de este tipo de relación, pues a uno le urge tener pareja porque no sabe manejar la soledad ni la soltería y necesita constantemente de alguien que le valide y el otro se coloca en una posición de sumisión y de objeto con el único propósito de que ese otro le vea.

Aprender a vivir los duelos es necesario para afrontas las separaciones. Aprender a ser buena compañía de sí mismo es vital para poder conectar con las personas con las que si se comparten características, sistemas de creencias y propósitos de vida.  Aprender a no colocarse en una posición de victima nos devuelve la dignidad y con ello exigimos la reciprocidad y el respeto necesario en todo tipo de vínculo. Cuando te conformas con ser “el peor es nada” le dices al mundo y a ti mismo/a cuanto te valoras.