Matrimonio por compromiso

Matrimonio por compromiso

Alrededor del mundo existen diversas culturas en las que aún prevalecen ciertas  tradiciones y costumbres, que le permiten a cada individuo una adaptación efectiva dentro de su grupo social. Pero no siempre esto ocurre así, ya que también se practican algunos rituales, que en vez de favorecer este proceso, más bien lo que ocasionan es un efecto nocivo en la vida de las personas, llegando incluso a provocarles la muerte; esto sin que haya una distinción de sexo, raza, religión o cualquier tipo de ideología.

Tal es el impacto que producen determinadas prácticas en la sociedad, que cada día es más frecuente ver a instituciones como la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, Amnistía Internacional, entre muchas otras, pronunciarse a favor de la promulgación de leyes que protejan a los seres humanos de las consecuencias negativas que estos puedan sufrir, cuando se les somete de manera involuntaria a comportarse según estos estereotipos culturales.

Con referencia a lo antes citado, tenemos como ejemplo al matrimonio, el cual como una institución fundamentada en reglas sociales, también comparte en muchas creencias el carácter de ”rito sagrado”, en donde lo que debería ser el motivo para la formación de ese vínculo, sería única y exclusivamente el amor que existe en una pareja, que en un momento dado han decidido dar ese paso que los compromete a crecer y permanecer juntos por tiempo indefinido. Aunque esa tendría que ser la razón de esa unión, no siempre esto sucede así, es por ello que cada vez observamos como muchas de estas parejas solo llevan a cabo un ”matrimonio por compromiso”; en donde el asegurar una herencia, el mejorar un status económico, la posibilidad de ”obtener unos papeles” que garanticen la legalidad en un país diferente, la aceptación de un determinado grupo religioso o el evitar la discriminación por prejuicios raciales o sexuales, entre otros, se han convertido en las causas que llevan a muchas personas a aceptar tales propuestas, que en ocasiones causan malestar e insatisfacción para alguna de las partes o para ambos miembros, que decidieron arriesgarse a vivir un destino tan incierto como lo es este tipo de relación.

Si bien es cierto que, estos llamados ”acuerdos” podrían resultar beneficiosos, tomando en consideración que el consentimiento sea mutuo y no derive en cambios de actitud o exigencias distintas a las que se habían acordado; alguno de los miembros puede cambiar de parecer o crearse falsas expectativas con respecto al otro, luego de que este matrimonio se haya consolidado, y cuando surge esta ”desigualdad” se suman los conflictos y los problemas de comunicación en la pareja. En ese sentido, se van agregando frustraciones personales y una mezcla de emociones en donde la angustia, la tristeza y la ira, así como los sentimientos encontrados de amor y odio crean gran confusión a quien lo padece, lo que no permite canalizarlos y mantener una vida equilibrada tanto en lo individual, como en lo familiar y social en general.

De igual manera, esto ocurre en una infinidad de parejas, en las que al pasar el tiempo se dan cuenta de que el amor ha ido disminuyendo o desapareciendo y ya solo quedan obligaciones o deberes, pero no se atreven a terminar la relación escudándose en excusas como: ”por los hijos”, ”’no tengo adonde irme”, ”está/estoy enfermo”, lo que hace más difícil la toma de decisiones. Son seres que viven en una desesperanza frecuente pues no logran ver la salida a una situación que los envuelve en un ambiente de tensión constante, que en algunos de los casos incrementa el maltrato y la violencia que se genera dentro del domicilio que comparten, bien sean solos o con sus hijos, tornándose en una convivencia insoportable para todos sus miembros.

En esta marea conflictiva se encuentran tantas personas, que los mismos se sienten ”presos” o ”atrapados”, ”con las manos atadas”, ”sin saber qué hacer”, que la ayuda de amigos, consejeros espirituales, religiosos y familiares, parece ser insuficiente a la hora de propiciarles las respuestas asertivas, que les faciliten una solución a su difícil situación.

Es por ello que, los terapeutas sexuales y de pareja, además de los que se dedican a la terapia individual y familiar, nos sentimos en la obligación de brindarles todo el apoyo que requieren estas personas, para que alcancen esa estabilidad que llevan tiempo buscando y especialmente tratar de que estos encuentren o recuperen su paz, en donde la salud mental sea el eje que guíe sus vidas.

En el Centro Vida y Familia Ana Simó procuramos que su único ”compromiso”, sea con usted mismo y con su felicidad…

Dra. Mirta Castillo
Psiquiatra-Terapeuta Sexual

Imagen de: www.infomercado.pe