CUARENTENA, ESTRÉS Y FUNCIONALIDAD FAMILIAR

CUARENTENA, ESTRÉS Y FUNCIONALIDAD FAMILIAR

El confinamiento o cuarentena como medida sanitaria que hoy en día es aplicada en algunos países asolados por un contagio masivo del coronavirus, se presenta hoy a la población de República Dominicana como una posibilidad bastante creíble, ya que a pesar del repliegue social que hemos experimentado a partir de las medidas de emergencia emanadas de la Presidencia, la información que a través de los medios nos llega de otros países parece sugerir que el requerimiento de aislamiento debe ser aún más radical.

Aunque la finalidad de tal medida obviamente tiene que ver con la protección a la integridad física de los individuos y de la sociedad total, su carácter extremo, al desestabilizar de manera bastante brusca los hábitos y las actividades que definen el desenvolvimiento personal y social de la mayor parte de las personas, puede llegar a precipitar la presentación de problemas emocionales y relacionales dentro de muchos de los hogares cuyos habitantes enfrenten el reto de ajustarse a ella.

Si bien no puede atribuirse al aislamiento social temporal la causa de esos problemas, sí se reconoce que se trata de una circunstancia que puede potenciar incrementos significativos de ansiedad y estrés que a su vez pueden facilitar crisis en la dinámica familiar o la presentación de diversas modalidades de disfuncionalidad que hasta ese momento pudieron encontrarse en alguna medida controladas. Las dificultades pueden ser diversas y manifestarse individualmente en uno o más miembros de la familia, así como también afectar particularmente al área emocional, el pensamiento, la conducta o las relaciones.

Es cierto que hay una serie de situaciones externas identificables con facilidad como factores de riesgo para la estabilidad familiar cuando se produce el confinamiento. Entre éstas estarían por ej., además de las preocupaciones y temores relacionados con el motivo de la cuarentena, la desestructuración de las rutinas de los miembros de la familia, las posibles consecuencias de ello sobre la economía familiar, la forma en que se manejan las nuevas condiciones de convivencia y el bloqueo de la actividad social de cada miembro y de la familia como un todo.

Una travesía familiar a través de este océano de restricciones que al final pueda considerarse exitosa necesita la puesta en marcha de capacidades parentales que no sólo atiendan a la organización del tiempo y actividades del grupo confinado, sino que además muestren, entre otros rasgos, la empatía y la madurez suficientes para que todo el sistema experimente la contención de su ansiedad y logre aceptar la frustración del momento como componente inevitable de un objetivo bueno y necesario para todos, que requerirá esperar un tiempo de evolución hasta que el mismo sea alcanzado.

Aquellos padres emocionalmente inmaduros, que difícilmente toleran postergar la satisfacción de sus propios deseos, difícilmente lograrán identificarse con ideales solidarios y mucho menos mantenerse ecuánimes y transmitir tranquilidad y seguridad a sus hijos ante una situación restrictiva como lo es el confinamiento en el hogar.

Más allá de la potencialidad estresante de la convivencia en cuarentena es entonces la adultez madura de los padres, cuando metabolizan la experiencia adversa y se comprometen con el fin común, la que puede ofrecer al sistema familiar la mayor probabilidad de superación de las dificultades asociadas al incremento del estrés. Esto no implica que ellos no puedan igualmente ser afectados por estrés y ansiedad, irritabilidad, cansancio, tristeza, miedo o cualquier otra emoción; pero reconocen con claridad las atribuciones y los límites de sus roles y buscarán ayuda si lo ven necesario cuando perciban que se compromete su función parental.

Recomendaciones a los padres para manejar el estrés durante la cuarentena…

Mantener como práctica diaria la respiración profunda y la meditación. Compartirla en familia puede ser una grata y útil experiencia.

Mantener al día la información sobre el tema de salud que ahora nos ocupa, recomendándose limitarse a la información de fuentes confiables, evitando la exposición al bombardeo informativo de otras fuentes.

Organizar y distribuir el tiempo de vida en familia tomando en cuenta tanto las actividades familiares conjuntas (no desperdiciar la oportunidad de dedicar tiempo a conversar, jugar, bailar y disfrutar de cualquier otra manera posible de esta entrañable compañía) como las necesidades de tiempo de pareja y de tiempo para el disfrute individual.

Irene García Rodríguez
Psicóloga Clínica/Psicoterapeuta

Imagen tomada de: www.techtitute.com